VERDI. El Titán de la Ópera Romántica Italiana

Había una vez, un niño que había nacido con cierto talento musical; uno no tan espléndido como el de un Mozart o un Mendelssohn pero que, sin jamás mostrar señales durante su infancia, en el futuro, se transformaría en un coloso musical de la Italia del siglo XIX.

Estamos hablando de El Compositor de Ópera:

El Titán Romántico de la Ópera Italiana:
GIUSEPPE VERDI

Veremos los datos más importantes de su vida y haremos un recuento de sus principales óperas, esas que vislumbraron los caminos venideros de la ópera contemporánea y descubriremos por qué es uno de los compositores más importantes de la historia de la música universal, así como el valor de su obra en aras de la posteridad.

Acompáñenme, sean bienvenidos.

Verdi. El titán de la ópera italiana.

VERDI. EL INICIO DE UNA AVENTURA

Giuseppe Fortunino Francesco Verdi nació el 10 de octubre de 1813 en Le Roncole, Gran ducado de Parma.

Sus padres fueron el posadero Carlo Giuseppe Verdi y la hilandera Luigia Uttini.

Don Carlo, envía a Giuseppe a Busseto para que estudie música, donde estudió con Ferdinando Provesi.

En 1831, quedó bajo el techo y el cuidado de Antonio Barezzi, un generoso destilador y músico aficionado competente.

En 1832 viaja a Milán para ingresar al Conservatorio, pero fue rechazado. Es entonces que el propio Barezzi cubrió los gastos de Verdi, para que estudiara de manera privada con Vincenzo Lavigna, un concertista de La Scala de Milán.

Tres años después, vuelve a Busseto como maestro de música.

Verdi había conseguido en 1839 que se presentara en La Scala de Milán su primera ópera, “Oberto”, obteniendo buena recepción. El empresario del recinto, Bartolomeo Berelli, lo contrata para que escribiera otras tres obras.

Le siguió la ópera cómica, «Un giorno di regno» (Rey por un día) que fue un fracaso, propiciado por el dolor de la pérdida de su esposa. Decidió entonces, dejar la carrera de compositor.

Pero Berelli lo persuadió para que escribiera la siguiente, que fue, “Nabucco” de 1842. Italia saludaba a un nuevo héroe de la ópera.

Luego entonces, Verdi se dijo: “Ahora, mi carrera ha comenzado”. Berelli había visto “algo” en el joven compositor.

TIEMPO DE OPERAS

Los años comprendidos entre 1842 y 1853, escribió para las principales casas de ópera de Italia: Londres y París.

Fueron tiempos arduos de trabajo para Verdi, desde «Nabucco» hasta la inmortal Trilogía popular, que es piedra angular del repertorio operístico italiano: «Rigoletto», «Il Trovatore» y «La Traviatta».

Después de esta última, durante los siguientes dieciséis años, tan sólo escribió seis óperas. Tras la ópera «Aida» de 1871, el maestro proclamó que se retiraba de los escenarios.

Sin embargo, astutamente, su editor Giulio Ricordi y el literato y compositor Arrigo Boito (1842-1918), aprovechándose del enorme gusto que tenía Verdi por Shakespeare, convencieron al maestro para escribir dos óperas más que resultarían en sus obras maestras: «Otello» de 1887 y «Falstaff» de 1893.

Entre las influencias que abrazó Verdi, destacan Donizetti (1797-1848) y la gran ópera francesa de Meyerbeer (1791-1864).

  • En «Nabucco» predominan el coro, el efecto vocal y vitalidad rítmica.
  • «Ernani» desencadena el periodo de mayor innovación.
  • «Macbeth» es el parteaguas de su producción. A partir de aquí, se concentra en el detallado de la orquestación y la armonía se vuelve más audaz.
  • «Luisa Miller» marca el giro hacia los retratos psicológicos refinados.
  • Con «Rigoletto» entra en terrenos donde acentúa los estilos de ópera cómica en contextos serios.
  • «Otello» fue la consumación de la ópera trágica italiana y «Falstaff«, la consumación de la ópera cómica.

En estas dos obras últimas, consumó la continuidad de la música y la acción, mediante la unificación de los motivos de la orquesta y el fluir sin interrupción de la música en cada acto.

Sin embargo, durante su larga ausencia en la ópera, llegó a componer esporádicamente algunas obras como la «Misa de Requiem«, dedicado a su amigo Alessandro Manzoni, «Cuatro Piezas Sacras«, Canciones y un «Cuarteto para Cuerdas«, el más importante escrito por un italiano durante el siglo XIX.

VERDI EN LA POLÍTICA

A principios del siglo XIX, varios estados italianos ya habían perdido su autonomía política y eran gobernados por los Hasbsburgo de Austria.

1859 fue testigo de la guerra franco-austriaca, que fue la segunda guerra de la independencia italiana, librada entre el segundo Imperio Francés y el Reino de Cerdeña contra el imperio Austriaco. A partir de ese momento, Verdi se interesó por asuntos de política.

En 1861, se proclama el reino de Italia.

Ese mismo año, Verdi es nombrado diputado del primer parlamento italiano y en 1875, es nombrado senador vitalicio.

Los historiadores litigan sobre lo presuntamente político en las óperas de Verdi; particularmente, el “Va pensiero”, coro de los esclavos hebreos de la ópera «Nabucco», que usaron los patriotas italianos como himno.

El escritor, George W. Martin afirma que Verdi fue el mejor artista del proceso de unificación histórica llamado “Risorgimento”, aunque el musicólogo inglés Roger Parker, argumenta que: «la dimensión política de las óperas de Verdi, fue exagerada por los historiadores nacionalistas que buscaban un héroe a finales del siglo XIX.»​

LOS AMORES DE GIUSEPPE

Luego de los estudios en Milán, Verdi regresa a Busseto y se casa en 1836 con Margherita Barezzi, hija de su benefactor, con quien tuvo dos hijos. Sin embargo, tanto sus hijos como su esposa, morirían antes de 1840.

Para principios de la década de 1850, Verdi ya vivía con Giuseppina Strepponi; una soprano que había conocido durante la puesta de “Oberto”, con quien tuvo que sobrellevar las habladurías de la gente por su unión ilícita.

Se casa en 1859 con la soprano, quien fue su compañera de toda la vida hasta que ella murió en 1897.

VERDI EL GENIO

El misterio de la popularidad de Verdi fue su talento para captar y traducir el carácter, el sentimiento y las situaciones en memorables melodías simples que sonaban cercanas y familiares, además de frases regulares, armonías uniformes y ritmos provocadores.

Y era consciente de ello. Se dice que eran tan notables sus melodías que, montando la ópera «Rigoletto«, Verdi excluyó de los ensayos “La donna e mobile”, que la estudió por separado con el tenor, para que no escapara al público dicha aria, antes del estreno.

Añadía color y atmósfera a la orquestación sin agobio de los cantantes, es decir… no les echa encima la orquesta.

Prefería historias con acción fluida y contrastante; con personajes inusuales y de fuertes situaciones emocionales.

Verdi era un especialista que ofrecía su obra sin la pretensión de ser un músico culto y se mostraba sensible a la opinión del público: “En el teatro, el público lo soporta todo, menos el hastío”.

En la segunda mitad del siglo XIX, continúan fuertes las tradiciones de la ópera italiana y la alemana.

Y mientras Francia, Bohemia y Rusia desarrollaban nuevos estilos nacionales, Wagner y Verdi, dominaban la escena de la ópera internacional.

En tanto el público enloquecía entusiastamente y los cantantes peleaban por cantar sus óperas, los críticos y los conservadores, acostumbrados a las antiguas convenciones, se incomodaban y desconcertaban con la furiosa acometida dramática del movimiento verdiano.

Sus óperas debieron soportar feroces críticas sin precedentes; sobre todo en Inglaterra y Estados Unidos. Pero Verdi, no se inquietaba con la reacción de los críticos.

Durante sus años finales, habiendo experimentado un éxito desmedido en vida, canalizó muchos recursos a dos proyectos: Un hospital en Villanova sull’Arda Piecenza y la Fundación “La casa di riposo” para músicos retirados en Milán.

Giuseppe Verdi se volvió tan fundamental, que los compositores de ópera posteriores, debieron perseverar para evitar su sombra.

La muerte sorprendió al maestro en Milán el 27 de enero de 1901.

Con Verdi, que se volvió la figura monumental del melodrama italiano, se cierra el ciclo iniciado por Monteverdi tres siglos antes.

Verdi había estipulado que no hubiese cantos ni música en su funeral. Fue enterrado en el Cimitero Monumentale de Milán junto a su esposa Giuseppina… Se declaró entonces, luto nacional.

Un mes después, los restos de ambos fueron llevados a la cripta de la “Casa di Riposo”, acompañados de una gran multitud.

Para la ocasión, Arturo Toscanini dirigió un numeroso coro que entonaba… «Va, pensiero«.

Gracias por acompañarme en este acercamiento a uno de los grandes compositores de la ópera. Los espero en la siguiente entrega de historias y curiosidades musicales.

TIEMPO DE MÚSICA Y UNIVERSO se despide… Hasta la próxima.

Victor Villegas
@VicManVillegas

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